¿Mucha hambre, y poco dinero?

15 comentaron que...


¿A qué sabrá la cola de gato?... supongo que con hambre todo sabe delicioso, como los pollos cuando tragan piedras, el hambre es ca-bro-na.

Again...

7 comentaron que...

Es chido saber que uno tiene amigos con los que realmente cuenta, gente importante en tu vida con la que sabes que puedes recurrir en cualquier, cualquier momento.
Estoy pasando por algo mmm ¿raro? en mi vida, no estoy mal, es sólo que es una etapa de destanteo, por una parte me faltan cosas pero están naciendo otras, y como siempre, para no aburrirme, cosas buenas y cosas no tan buenas. Tampoco puedo decir que estoy deprimida, no, definitivamente no, ya pasé y superé eso hace un buen rato y me doy cuenta que uno puede soportar muchisimo más de lo imaginado, pero cuando lo ánimos bajan, recurro a cada uno de esos recuerdos que me hacen sacar una sonrisa, no sé si sea malo vivir del pasado como alguien ya me lo ha dicho, pero supongo que viajando a él encuentro lo que me hace respirar, por lo que estoy aquí plantanda... este dibujito es uno de esos pequeños detalles que me hacen recordar que no estoy sola y que siempre llega alguien cuando más se necesita, gracias Ray, ya fue hace más de un año que lo hiciste, pero ves, aún lo conservo.
Sin menciones, doy gracias a quienes hoy por hoy siguen conmigo, y a los no menos especiales que han llegado a mi vida, cada uno de ustedes sabe quienes son.
Ingnoro si esta entrada tiene algún objetivo en especial, en realidad no, sólo creí que era bueno sacar un poco de lo que estoy sintiendo en mi barriga y en mi corazón.

Nada por aquí, nada por allá

20 comentaron que...


Pos así como postear sobre mis súper-requeterecontrapipirisnáis vacaciones la neta no me dan ganas, porque de por sí no tomé suficicentes fotos como pa presumirles -resultado de no visitar mucho-.

Lárgome yo unos días a la limpia ciudad de Querétaro (¿?), y pos está bonita, nomás que no ví bellos ejemplares (entiéndase: chamacos guapos, papasitos, galanes, apachurros, etc.), el centro histórico está bastante bonito, pero de el resto de la ciudad en sí es muy similar a mi rancho, nomás que con otros nombres, por ejemplo, lo que aquí conosco como "rusas" para ellos son "cantaritos", allá los "mantecados" (nieve de limón con coca-cola), aquí son... pos nieve de limón con coca-cola, ja; eso sí noté que en Qro. los días santos siguen vendiendo carne, herejes, jajaja! nah, está bien.

Nomás podría contarles que las últimas vacaciones de semana Santa, han sido buenas pero no ha faltado el negrito en el arróz:
La última vez que me fui a Vallarta, justo pasando la primer caseta de Guadalajara camino a Vallartita, se descompuso el mugroso coche (y eso que era casi "nuevo") y para no hacerla larga, desde las 7 a.m. que salimos a carretera, pudimos llegar a nuestro destino paradisiaco hasta casi 12 horas después, en un viaje tan martirizante que ya hasta me punzaban las piernas y me derretía a causa de la deshidratación. Eso sí, me quedé dormidita como bebé en la playa (no vuelvo, por Dios que no vuelvo) y terminé tostada como cojteñita.

El año pasado, nos fuimos a Melaque a disfrutar de la playita, peeeeero, antes de emprender el viajesito, me comí unos hochos (hot dogs) y en cuanto me los terminé me comenzó a gorgorear la barriga. Nadie me dejaba entrar a su baño, como si les fuera a robar sus jabones Lirio, y así me tube que aguantar hasta la caseta de quién-sabe-qué-lugar para no explotar. Quesque me dió el mal del viajero, ¡la manga qué! a eso aquí y en China se le llama chorrillo, sí, así nomás. Por supuesto, la estancia allá y el regreso ya fueron más memorables.

Y este año, ay pues... pues... pues áy nomás. Fuímonos a Tequisquiapan un día de esos y de regreso, ¡adivinen! otra vez que se descompone la nave, buu, lo bueno que alguien pasó por nosotros, pero los mocos negros de tierra causados por quedarnos en plena carretera Qro-Tequis, no me los pude quitar en un buen rato.

Lo más mejor, menos pior, fue que me compré un par de libros en una pequeña plazuela de antigüedades de Querétaro, "La Odisea" de Homero (¿Simpson?) y "Tragedias" de Esquilo, toda una ganga, que curiosamente, cuando venía en el bus leyendo La Odisea, me encontré como separador un boletito de camión, de los urbanos, al parecer del D.F. pero viejísimo (sí que vendían antigüedades), tan sólo el costo del ticket era de 30c, ja, ahora ni a los del Insen les cobran tan poquito. Y como dice Yzak, los libros viejos huelen bien rico, me cae, ay nomás de 1921 (el ticket, quién sabe de cuándo).

Ay ta el boletito:

Bueno, para hacer más armoniosa la cosa, los invito a que ustedes me presuman sus vacaciones, mugrosos.

Adieu.

Los años Maravillosos

22 comentaron que...


Hoy platicando con Yzak, me di cuenta de que no recuerdo mucho de mi infancia, y no es porque ésta haya sido triste, al contrario, supongo que fué parte de lo mejor de mi vida.

Me di cuenta que pienso poco en ello y que, a no ser por un gran esfuerzo, no recordaría los detalles acerca de esta; recuerdo a los pocos amigos que tenía, las escuelas donde estudié, cosas que aprendí, entre muchas otras... de las que casi no pude acordarme, sólo poco, fué de mis gustos como niña. No recuerdo las caricaturas que veía, ni mis juguetes o fiestas infantiles. Supongo que no tenía, ja.

Pero... según sigo escribiendo, se me vienen a la mente muchas de esas cosas. Creo que en algún momento de mi vida olvidé recordar las cosas lindas y opté por enfocarme a las duras, a las tristes, a las que han ido poco a poco forjando mi carácter. Pero no me voy a desviar del tema.

A lo que voy, es que de entre los pocos recuerdos que tengo, hay algunos que desearía sí haberlos olvidado. Yo era una niña de lo más introvertida que habría en ese entonces y leve enferma de mamitis, por lo tanto, daba más lata en las madrugadas cuando le pedía a mi mamá que me llevara al baño, que por desmadroza (a lo que ahora llaman niño índigo, ¡la maaanga que!). Supongo que esto se debió a la carente vida social en cuanto a gente que no fuera de la familia se refiere, que yo tenía.


En el kinder nunca tuve amigos, sólo recuerdo poco a un niño con el que a veces intercambiaba palabras. Creo que se la sentía conmigo.
Pero un extraño día en que no-sé-por-qué me juntaron a jugar unas niñas, me picó una hormiga de esas grandes y rojas, sentía un ardor gachísimo en mi mano y "mis amigas" corrieron a decirle a la conserje que me curara el piquete e inmediatamente me llevaron con ella. Recuerdo que me tomó de la mano y me dijo con cara de preocupación "Espérame tantito, déjame voy por un cerillo para curarte" y como es usual, los changuitos que tengo en la materia gris reaccionaron de la forma equivocada: ¿Queee?!! un cerillo??... Corre Alma, corre, te van a prender un cerillo en la mano!!... y ni tarda ni perezosa me eché a correr de lugar como mensa. Por supuesto después me enteré que usaban el fósforo para el piquete y no le prendían fuego, ja.

En otra ocasión, yo estaba en el patio jugando en esas llantas de colores que por lo regular hay en los kinders, para no ensuciarnos, todas las niñas nos quitábamos las batitas y las dejábamos amontonadas sobre las llantas. Como yo estaba aburrida de estar pajareando sola porque no me pelaban (qué raro) tomé mi batita y me largué a otro lado, pero cuál fué mi sorpresa que cuando metí la mano a la bolsa milagrosamente había aparecido un Chiquitín (como el Danonino), ja, pobre ilusa, obviamente me había confundido de bata, pero según yo no habría tanta bronca ¿Quién entre tanto escuincle iba a saber que yo tenía esa bata, siendo todas iguales? Sin pensarlo dos veces me lo comí de tal manera tan alegre como cuando te hacen tu platillo favorito, pero el gusto me duró poco. Para colmo de mis males, la verdadera dueña era de mi mismo salón y quien sabe cómo supo que yo me había llevado su cochino uniforme, y claro, me acusó con la maestra Ángeles. Mi maestra querida (¿porqué todos los chamacos aman a sus maestras de kinder?) me puso tal arrastrada al estarme cuestionando duramente ¿porqué había tomado la batita?, ¿porqué no la regresé al ver que no era mía? ¿PORQUÉ ME COMÍ SU CHIQUITÍN? yo me limité a llorar y moquear mirando al suelo mientras ella me decía "ya es hora de irnos, pero mañana me vas a responder", y ese mismo día, fué mi primer chantaje escolar "Mamá, me duele la panza, mañana no quiero ir a la escuela", chale, qué mala.

Por Dios, y así de solapa y traumada seguí el kinder y parte del primer año de primaria, pero esa, como dice la nana Goya, es otra historia.