Chale, voy a hacer huelga postera, posteadora o como se diga, nomás voy a postear cada 15 días, cada que me den mi lana en la chamba, pero no lo tomen tan personal mis chavos, les digo esto porque es como los créditos de Famsa, diles que les pagas cada mes o cada quincena, pa que el día que les lleves abonitos anticipados, facilitos y semanales les brillen más los ojitos, ja, a ver ¿eso qué, verdad?
Bueno, el chiste es que de acuerdo a mis nuevas políticas de publicación hoy no me toca escribir naranjas, pero pos aquís’toy.
La semana pasada me fui dos noches a quedarme con una tía al seguro porque la operaron de… chale, siempre se me olvida… ¡del páncreas! si, eso; yo jamás de los jamases me había quedado en un hospital a pasar la noche, es más, ni siquiera había pasado del banco de sangre o consultorios quesque familiares, así que no me imaginaba la ajetreada vida de los doctores y enfermeras, y mucho menos por lo que tienen que pasar los pacientes aparte de su ya enfadosa enfermedad. Para empezar a mi tía la despertaban cada 3 horas más o menos en la madrugada para cambiarle el suero, inyectarle medicamentos, tomarle la presión y quizá también nomás por joder.
Las enfermeras son unas ruidosas de primera con sus méndigos carritos donde cargan sus medicinas y demás, y para acabarla de amolar, en el cuarto donde estaba mi tía habían cuatro camillas, en dos de las cuales habían unas señoras argüenderas como ellas solas, que si a doña Pachita la operaron de sepa qué, que si es re famosa en su colonia (pos así de comunicativa quién no), que si le gusta el “chute”, que si le dieron de comer pozole y quería enchiladas, no, todo un personaje esa doña Pachita o doña Pachis, pero eso no era lo peor, lo peor era ¡cómo roncaba! me cae que roncaba más fuerte que mis hermanos. En una de esas despertadas, vi cómo le sacaron a mi tía una méndiga manguerita de las venas por donde les ponen el suero, tenían a mi tía toda moreteonada, parecía que había sufrido un choque, culeros, ustedes perdonen mi palabrota, pero se ve (y se ha de sentir) del nabo, yo sólo sentí cómo se me bajó la sangre y me dieron un chorro de ganas de guacarear, de no salirme de inmediato, a la que hubieran tenido que atender sería a mí… pero en ese momento, al salir, en ese pasillo, ahí estaba… Dios, un angelote disfrazado de DOTOR, así, justo como meramente me lo recetó otro doctor… lo vi, me vio, nos quedamos viendo como pendejos y ninguno dijo nada, nada más una leve sonrisa ranchera y yo casi mordiendo el rebozo, hasta que me dijo con su bella y varonil voz “Buenas noches señorita”… aaaaah!!! Y le contesté “buenas las tenga y mejor las pase, Doctor”… uy, era divino el mugroso doctor, y lo mejor, no le ví ninguna argolla de ahorcado y a lo mucho tendría 29 años… y así pasé la madrugada, cada que salía del cuarto de mi tía, lo veía pasar y nos seguíamos quedando como babosos, chale, en ese momentos uno quisiera ser más aventado, probablemente ahora estaría a la vista un posible novio cirujano, pa que me opere las bubis y las pompas… no, mejor no, que nomás las revise, jojojo.
Mi tía ya fue operada y dada de alta con buena salud afortunadamente y con sonrisas y lágrimas de cocodrilo la recibieron en su casa, pa cuando llegó yo ya me había salido, ja, qué ingrata. Todos en casa, una prima, mi hermana, mis tías, un primo político, vaya, todos los que se enteraron de que el doctor y yo nos echamos el ojo me andaban proponiendo ideas para ir a pescarlo aunque ya no tuviera el pase al seguro, que lo buscara al término del turno nocturno, que si mi primo político iba y le daba mi número de mi parte (si es que podía entrar), que me fuera a las 7 de la mañana disque al banco de sangre y de ahí colarme a piso, nombre, chorro de cosas, pero realmente le soy fiel a la bandera… un momento, ¡no tengo bandera! bueno, pero le soy fiel, jojo. Además, podría ser que era un doctor matón, necrofílico, casado, homosexual, impotente o qué se yo, no, seguramente no me convenía. Si, eso, no me convenía…
Bueno, ya nomás para cortarle, dejo una foto de ese doctor tan guapo, adiós dotor, adiós amor a primera vista, juas.


Tss... chiquitito...
¿Qué? ¿No me creen?... chale.
Y bueno, es más que obvio que las enfermeras no me leen, pero me cae que a pesar de ser ruidosas como ellas solas y de los improperios soltados arriba, se les agradece su tan altruista labor de cuidar a los malitos (ni tan altruista, les pagan re buena lana)... chido que contemos con dotores (y así de guapos) y enfermeras así. Gracias.
Cáigole ya... boo.