Hoy por la mañana escuché a mi compañera de atrás contarle a otras compañeras, que soñó que estaba soñando… bueno, al menos así se que hay alguien más cerca de mí que también se avienta sus viajezotes mientras duerme.
Ayer (o anteayer, sepa la bola), soñé que llegaba a la casa de mi súper amiga Paulina Rubio –claro, era sueño- pero antes de eso un wey me había mojado cuando pasaba en su coche, así que como Paulina y yo íbamos a salir a pasear, pues que me dice “te presto algo de mi ropa, ve y toma lo que quieras”… la méndiga tenía un guardarropa más grande que mi casa enterita pero tenía un reverendo desmadre, y entre todo el garrerío estaba intentando buscar un pants verde que yo, según mi sueño, alguna vez le había visto en una revista y me gustaba muchísimo… habrase visto, buscando un chingado pants cuando seguramente tenía más ropa súper chida.
Entonces, encontraba el pants ese, verde limón, estilo setentero, con una raya ancha color blanco a los costados y dentro de esa misma franja, otra más delgada color naranja… pero roto. Cuando ella me alcanzó para ver qué estaba escogiendo de ropa y vio que era un cochino y ordinario pantalón deportivo, me dijo “¡no mames! O sea, ¿cómo te vas a poner eso? tú debes de usar algo mucho mejor, ven, te voy a prestar una de mis faldas”… si, de esas chiquifalditas que suele usar.
Cuando por fin me cambié, me puse un trajecito blanco de microfalda con un saquito igual blanco todo mono, y cuando por fin nos dispusimos a emprender huída de su casa para ir a fresear, me doy cuenta que yo tenía mis piernas todas peludotas ¡¡horroooorrr!! Y le decía a la Paulina “no, no manches, me tengo que poner un pantalón, ve esto, me veo horrible” y ella toda alivianada “claro que no, una amiga mía no debe vestir así, además no te van a criticar si te ven con pelos, vas conmigo” (egocéntrica la niñita) “déjate la falda que de aquí nos vamos a las depilaciones”.
Y ya, pues que nos vamos en su Mercedes Benz blanco (no sé si lo tenga) a un centro comercial todo mamilondo estilo Miami de compras, llegó y se estacionó toda chueca sintiéndose la dueña del mismo y llegamos a “Depilaciones Juanita”, casualmente, ese lugar sí existe por acá en mi rancho y al igual que en el sueño, también es para hombres y mujeres, pero en el sueño parecía más un spa que otra cosa. Yo claro llegué tapándome lo más posible las piernas (imposible pero al menos lo intentaba), y las mujeres que estaban en el lugar hacían como que no me veían pero en sus ojos se reflejaba el pecado de la tijera mental y la Paulina saludando a medio mundo toda diva ella, pero hasta eso, dentro de su mamilonés era buena cuatacha.
Me desperté porque sonó mi celular, y en verdad que todavía sentía penita, como de esos sueños donde estás en un lugar lleno de gente y tú estás desnuda y no hay para dónde correr, qué feo deveritas, qué feo.
Cáigole.