Homosexual, ¿se nace o se hace?... Es lo que todo el que analiza el tema se ha preguntado... o al menos eso escuché en un programa de Lolita de la Vega, muaj!!
He tenido varios conocidos que tienen preferencias sexuales por los de su mismo género, muchos aceptándolo abiertamente, como mi ex estilista –por eso ahora tengo pelos de mona vieja, por que ya se cambió el mugroso- y otros sólo dándolo a entender con su lenguaje corporal o con confesiones a medias pero que a la mera hora fingen demencia.
A los 13 años me fui a vivir a la casa de unos tíos por un par de años; fueron los dos años más locos de mi vida porque fué recién que falleció mi papá, mi tía al parecer no me pelaba o no sabía cómo tratar a una nueva hija mayor a las que ya tenía, fue cuando más sola me sentí como chucho, pero por otro lado, fue cuando abrí mi círculo y comencé a conocer a gente nueva y muy interesante, y claro también, conocí a muchos buenos amigos que de no ser por ellos seguramente ahora tendría más pedos psicológicos de los que seguramente ya tengo; pa pronto pues, fue mi etapa de desastres mentales, a lo que se le sumó lo que sigue.
Justo en ese lapso, al pasar a 2º grado me cambiaron de escuela y en esa secundaria conocí a la hija de mi maestro de Química que estaba un grado arriba que yo en la escuela, ella era poco femenina, lo único que le preocupaba de su cabello era amarrarlo con una liga en forma de cola de caballo a pesar de tener un largo cabello ondulado y rubio natural (que sería la envidia de muchas), y jugaba futbol americano. Al principio era medio mamona y yo suponía que se sentía la gran cosa porque era hija del profe, pero a la vez, me dirigía unas miradas que me hacían sentir incómoda. Al paso del tiempo nos hicimos muy amigas y andábamos siempre del tingo al tango cada que podíamos vernos fuera de clases o incluso los fines de semana. Fue una amistad de esas con las que intimas mucho y que a pesar de tener más amigos, nadie sabe lo que a esta persona le confías. Pero había algo extraño en ella en lo que me aterraba siquiera pensarlo, pues seguido cuando salíamos de la escuela, me tomaba de la maño como se le toma a un novio/a con los dedos entrelazados y tendía a hacerme esas miradas que me incomodaban, y aunque de la manera más cordial yo me soltaba y me decía a mí misma que esa era su forma de demostrar cariño, que no me preocupara, no podía evitar seguir sintiéndome incómoda. Me decía cuando estábamos solas que yo era muy linda y a veces me acariciaba el cabello y yo por supuesto, hacía como que me hablaba la Virgen o decir cosas como “¡déjame te enseño lo que me compré!” y voltear a otro lado para que me soltara.
Un día de pronto noté que muchos en la escuela me señalaban y se secretaban a mis espaldas, hasta que unas compañeras de mi salón me comentaron: "¿No lo sabes? el año pasado que tú no estabas aquí Paola tenía una "novia" y ahora todos piensan que tú y ella son pareja" chale, y eso que yo tenía novio... Sentí que me daban un madrazo en la mera bocota. No evité pensar en si ella me veía como sólo su amiga o si todas sus muestras de cariño eran porque realmente yo le gustaba. No es que me escandalizara pensar en la idea de tener una amiga lesbiana, sino porque yo no podría, errr... corresponderla.
Con el paso del tiempo me fui "acostumbrando" a su manera de tratarme aunque muchas veces sentí que de un momento para otro me aventaría el perro cañón y directito. Después, muchos deducieron que si bien no éramos "queridas" yo sí era lesbiana y que eso nos hacía llevarnos muy bien, por supuesto me pasaba por el arco del triunfo lo que murmuraran; muchos la veían como cosa rara, cuando ella saludaba a alguien le respondían con tal efusividad que parecían sus mejores cuates y al darle la espalda le hacían gestos o insinuaban pendejadas clásicas de los homofóbicos, hipócritas, a pesar de tener esa diferencia con ella, era una excelente amiga y lo que hacían me molestaba sobremanera, porque yo que la conocía sabía que era mejor ser humano que muchos de ellos.
Ella a la larga se dio cuenta que yo no podría verla de la forma que ella me veía y todo quedó en una simple amistad que poco a poco se fue esfumando.
Luego pasó a la preparatoria y cuando yo me regresé a vivir con mis hermanos nos perdimos totalmente la pista... a veces recuerdo cómo me decía que me quería, que quería hacer tal o cual cosa en su vida y que lo haría por mi, incluso a veces decíamos que de grandes ella y yo viviríamos juntas y solteras, claro, no sabía -o no quería pensar en eso- por qué rumbo iban sus comentarios.
Le di muchas vueltas al asunto -ya hace mucho- y nunca me imaginé, por ejemplo, besando a una chica, aunque ahora muchas lo hagan sólo porque es cool, aunque tampoco me espanto, son sólo distintas maneras de pensar, además, una cosa sería hacerlo por relajo o por experimentar y otra, muy diferente, hacerlo por verdadero sentimentalismo.
De una cosa sí estoy segura, que si ella fuera hombre, sabría tratar a una chica mejor de lo que muchos lo hacían al menos en esa etapa, talvez porque a pesar de su preferencia, ella es igual de complicada que cualquier chica -o eso dicen los hombres- y por lo tanto, sabe de qué cosas está hablando.
O simple y sencillamente –algunos- acarrean la responsabilidad y realidad de ser así y nivelan sus dos sexualidades, como alguna vez escuché por ahí a un homosexual reclamándole a un tipo tapado y cuadrado al juzgarlo de maricón: “Soy más hombre que tu padre y más mujer que tu madre”. Zaz.
Chale, qué confesiones.